Tron: Legacy (2010)
En un mundo oscuro que es distante y vacío habita un sueño inalcanzable.
.MOV
DrThorium
4/6/2025


Tron legacy nunca fue un secreto de voces. Cuando me preguntan por mi película favorita de Disney presupongo que quisieran saber por mi mundo de fantasía preferido, y dentro de su lista de opciones resuenan princesas, animados, o comedias adolescentes, pero a mí se me viene a la mente de forma instantánea Tron.
Yo ya no sé si me gusta Tron por como ha edificado mis gustos y mis formas, también estéticas, también morales; o si por el contrario toda mi vida ha sido así por azar y coincidencia y eso ha hecho que me tenga que proyectar en una película fácil de digerir y con todos los elementos que me gustan a mí: Un mundo futuro que no sabe si ser distopía o utopía, luces neón, música electrónica y un panorama más bien desolado. Y es que a mí ni me gusta el sol, ni los ritmos con tantas letras, y mucho menos este mundo de paradojas y laberintos.
Sea como fuere, yo sólo tengo respeto y cariño por Tron, así que lo que digo cuando me preguntan tiene poco o nada de significado para quien no ha jugado a los juegos de Tron, creció jugando StarCraft, escuchó a franceses (o belgas) en sus cajas metálicas sonoras o piensa que este universo es una broma de mal gusto pero muy bien planeada.
Tron empieza con una figura heroica arrastrada por la miseria de una culpa que no podemos aún atribuir: El propio Flynn (Kevin), y esta figura siempre está presente en la era moderna de las historias de grandes pensadores y gurús de la tecnología. Yo no puedo ver bien de donde nace esto, pero sé que habita desde hace mucho, se ha podido materializar en personas reales como Steve Jobs y termina siendo parodiado y continuado por otras obras más contemporáneas PANTHEON (2022). Pero si vamos más atrás, a una idea concepto más propia con MATRIX (1999) vemos que esta figura en realidad está representando a Dios, el cristiano.
En lo anterior podemos decir que Dios terminamos siendo nosotros, o no, pero sí hay algo seguro: Existe un arquitecto, que puede ser o no humano y está materializado. A mí me parecería muy poco creíble ver a un arquitecto sin barba medio blanca y coloreada, extraño y algo obsesivo. Ese termina siendo Flynn, termina siendo el arquitecto en las pantallas o termina siendo Stephen Holstrom. A partir de aquí hacemos una transición al mito más clásico cristiano: Un hijo redentor que soluciona algunos inconvenientes morales producto de la inexperiencia. El hijo de Flynn, al que prefiero llamar así por la canción The son of Flynn (Daft Punk), no sólo enfrenta la sombra de su padre en un mundo que le es hostil, tanto fuera como dentro del videojuego, sino que también enfrenta a su propio padre. le intenta entender, le cuestiona, lo supera.
Este mundo de deficiencias tiene también una luz de esperanza que se escapa a los planes de su creador, lo supera y lo corrige. El concepto propio de su existencia hace que la función del universo que estaba siendo construido cambie. Acá en la analogía cristiana nos abandona Dios y decide dejar de castigarnos como en su levítico, en tron, su consciencia anterior (Clu) se desprende en un anacronismo. Tenemos a un creador que ahora lucha consigo mismo, no con un programa defectuoso sino con una incoherencia que se debe subsanar.
En MATRIX (1999) vemos acá el cambio y la transición (razón dicha por las mismas hermanas), y en tron vemos a Sam Flynn luchar contra los deseos de su padre en su consciencia anterior. De aquí en delante se pierde mucha profundidad y nos adentramos en un plano de acción y persecución que en poco tiempo nos hace ver todos los ingredientes necesarios. Un universo hostil con traiciones, música electrónica, vehículos de luz y un ejército virtual.
Aún no digo lo que más me gusta de esta película, y es la simple vanidad de pensar en la vida alterna. En la posibilidad de quedarse dentro de un mundo extraño y cibernético, la realidad virtual aumentada en un monumento de patrones de luces. A mí no me gusta el sol, allí no hay sino un suelo liso y oscuro, abrillantado de vidrio. Los paisajes en el fondo de montañas con rayos de un mundo imperfecto a medio terminar, y lo que sí está como un reflejo humano con añadiduras meramente visuales: una arena, una violencia, un rito y una política. En muchas escenas se siente un extraño silencio que hace del aura mística también una de paz.
Cuando imagino un mundo ideal imagino esos edificios de cristal, luces y de fondo una montaña inexplorada, ruidos de tormenta y espacios para habitar enormes. La paz que transmite la desconexión es inexplicable, este mundo de caos y de ruido no lo soporto cuando puedo ver ese otro plano de silencios y naves enormes. Yo creo que uno termina repitiendo esta película por lo visual, la sensación lejana de la distopia de cristal.
Lo demás es más que todo una reflexión inventada, un añadido no esencial. Ares deberá tener por lo menos este espectáculo visual y sonoro, porque las historias poco tienen que ver con este mundo marchito.